El nuevo paradigma de la modernidad: la sustentabilidad, está transformando la visión de la empresa, avanzando hacia una nueva mirada, la de la empresa sostenible.
La humanidad ha llegado a un punto decisivo en su historia, prácticamente alcanzando un nivel límite para el uso de los recursos que la tierra nos brinda. Hasta ahora no nos habíamos dedicado a revisar esos límites, que nos parecían inexistentes, y en realidad, las actividades humanas hasta hace no más de 100 años, podían resultar insignificantes frente a lo que parecían ser un cúmulo interminable de recursos.
No obstante, los
sucesivos avances de nuestra ciencia y tecnología han extendido el poder de la humanidad, y las
acciones de algunos se pueden sentir en los más distantes puntos del globo. El
mundo ha cambiado a través y a partir de la acción humana; sin embargo, no nos
estamos haciendo cargo de ese cambio adecuadamente, y esa circunstancia explica
la crisis ambiental, que está determinada por el abrupto reconocimiento de los
límites del planeta, que aparentemente desconocíamos hasta hace algunos años,
pero que no podemos ignorar hoy.
Por supuesto, y este
es un gran problema del cual hacernos cargo, prácticamente todas nuestras instituciones
fueron creadas en un contexto distinto, previo a esta crisis, cuando los límites
ambientales aun no eran reconocidos, y hasta ahora esas instituciones no habían
querido o no habían podido evolucionar hacia una mirada moderna. No podemos
explicar de otro modo que en algunas de ellas, por ejemplo, aun se mantenga la
visión depredadora de recursos, o que otras pretendan obtener ganancias y
beneficios a costa de la calidad de vida
del entorno en que se localizan.
Sin embargo, el mundo
en que dicha mentalidad era posible, está terminando y yo sostengo que, de
hecho, terminó. Nuestra realidad actual, tanto desde la perspectiva de la
naturaleza, como desde la perspectiva de las exigencias sociales, nos indica
que a nuestro alrededor ya existe un entorno distinto, marcado por la crisis
ambiental, donde el menoscabo de los componentes ambientales se palpa, se
siente y se respira y en el cual el ciudadano se ha transformado: es cada vez
más consciente, probablemente porque sufre en su vida diaria el entorno
degradado, pero además, porque está inmerso en nuestra cultura de medios y
redes, y es cada vez más informado, o al menos pretende y ostenta serlo. Esa
realidad ciertamente no podemos evadirla, de manera que en la actualidad no puede
plantearse actividad alguna sino desde la perspectiva de la sustentabilidad. Al
menos no desde el discurso. Hoy resulta absolutamente aberrante que un líder de
opinión, un gestor, un director de un servicio público o un director de empresa
nos hable desde la perspectiva del uso indiscriminado de recursos naturales, o desde
la falta de consideración de variables ambientales y sociales en sus proyectos.
Podemos afirmar que la
gestión sustentable está entonces en la base del accionar de cualquier
institución moderna y debemos sostener que quien no incorpore esa variable a su
gestión, va a quedar en el pasado y tendrá que confrontar las consecuencias de
aquello.
La gestión sustentable, en
el terreno de la administración empresarial, se enmarca hasta ahora
fundamentalmente en la denominada RSE (Responsabilidad Social Empresarial), o
RSC (Responsabilidad Social Corporativa). La Comisión Europea la define como ”A
concept whereby companies integrate social and environmental concerns in their
business operations and in their interaction with their stakeholders on a
voluntary basis.”(Un concepto en el cual las empresas incorporan las preocupaciones
sociales y ambientales en sus operaciones comerciales y en la interacción con interlocutores
relevantes, de forma voluntaria).
Para muchos hay una
contradicción vital en este concepto, que surge de confrontar la pretensión de maximizar
ganancias, lo cual yo diría es de la esencia de la empresa, con la incorporación
de costos nuevos que pretenden satisfacer las necesidades de actores relevantes
que rodean la gestión empresarial, y que eventualmente se ven afectados por
ella, pero que son diversos de sus protagonistas clásicos: los dueños, o los accionistas,
y los trabajadores. Estos actores son verdaderos terceros desde la antigua mirada
empresarial. La mecánica y la habitualidad de la gestión empresarial se
enfrenta entonces a la idea moderna de transformación hacia una acción consciente
y responsable de los costos y externalidades negativas que se generan alrededor
. Hay una natural resistencia en la empresa-institución, concebida bajo los
paradigmas antiguos, previos a la crisis ambiental y previos a la idea de
sustentabilidad, de incorporar estos nuevos costos que no van a devenir
necesariamente en ganancias monetarias a corto plazo.
Por eso, creo que más allá
de la RSE, el camino de nuestra modernidad nos lleva a una nueva empresa, a la que se ha
denominado Empresa Sostenible, y que ciertamente ya existe.
La Empresa Sostenible, se define
como un tipo de empresa (o cultura empresarial) que cree que invertir en
mejorar las personas, las sociedades y su calidad de vida, es la base de su
desarrollo presente y futuro, porque genera beneficios, cuantitativos y
cualitativos, mutuos. Estas empresas son conscientes de que hay que considerar
los intereses de la sociedad, lo que no es sólo una estrategia de marketing
clásico, es una cultura a implementar de forma sostenida y que debe afrontar los
problemas de educación, económicos, conflictos sociales, la pobreza y la
calidad de vida en general, como cualquier actor social. Esta entidad simplemente
sabe que sin ser sostenible no hay futuro, y por eso concibe e incorpora la sostenibilidad
desde su núcleo. La empresa sostenible se proyecta a largo plazo en
consideración a que sin el entorno está destinada a desaparecer y, por tanto,
gestiona eficientemente sus recursos, cuida a quienes se relacionan con ella,
estimula y protege el talento de quienes la integran, fomenta el crecimiento de
sí misma y de quienes la rodean, no se asusta ante competencia sino que innova,
y a partir de eso, genera ganancias. Es
una empresa proactiva, que planteada de esa forma, necesariamente lidera.
La transformación hacia ese
tipo de entidad, que a mi juicio constituye el futuro empresarial, es un camino
que puede ser arduo y largo, en la medida de la voluntad y visión de futuro de
quien la lidera, pero que sin duda parte por la incorporación decidida en la gestión
empresarial del concepto de sustentabilidad.
Macarena Muñoz Valenzuela
Abogada Especialista en Derecho
Ambiental
Consultora en Gestión de la
Sustentabilidad
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